Declaración Publica: Libertad para Laurence Maxwell detenido en México

laurenceNosotros, María Eugenia Ilabaca y Alberto Maxwell, padres de Laurence Maxwell Ilabaca, deseamos declarar ante la prensa lo siguiente:

Nuestro hijo Laurence fue detenido por la policía mexicana el recién pasado Jueves 20 de Noviembre, alrededor de las diez de la noche, en las inmediaciones del Zócalo de Ciudad de México. (Video – Segundo Comunicado)

Laurence es residente en esa ciudad, en calidad de estudiante de la UNAM y actualmente como doctorando en Literatura; están por fijarle la fecha, para el mes de Diciembre en la que tendría que defender su tesis, un estudio comparativo entre Grupos Poéticos de Brasil y de Chile.

El día en cuestión, 20 de Noviembre, se dirigió hacia el Zócalo de la ciudad con el propósito de participar en una manifestación en la que se le pedía al Gobierno de México Justicia por los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en condiciones hasta aquí sin explicación; Laurence llegó tarde y la Manifestación ya había terminado, se disponía a tomar su bicicleta para devolverse cuando una multitud, perseguida por la policía, irrumpió en el lugar impidiéndole tomar el vehículo; fue en ese momento en que un grupo de policías lo atacó, golpeándolo y luego deteniéndolo, siendo llevado a la Subprocuraduria Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) en la Unidad de Delitos Terroristas, de competencia federal; donde fue acusado de los siguientes delitos:

Terrorismo,
Tentativa de homicidio,
Motín y Asociación delictiva.

Frente a esas acusaciones su situación procesal es muy delicada y difícil. Los supuestos delitos no están avalados con ningún tipo de prueba, lo que hace que la acusación tenga claramente la calidad de falsa. Incluso el abogado de Derechos Humanos de México, Sr. Alejandro Jiménez, solicitó a la Policía poder ver los vídeos que mostrarían los actos cometidos por «los terroristas» detenidos, pero hasta este momento no han sido exhibidos ante nadie.

Más aún, ayer Sábado 22 de Noviembre les fueron levantados dos de los cargos, tanto a Laurence como a sus compañeros de detención. El único cargo que les adjudican es el de Motín y Asociación delictiva. Lo que con mayor razón demuestra el engaño en el que la Policía y la Procuraduría han incurrido. Nuestro hijo, y todos los otros 15 muchachas y muchachos detenidos son total y absolutamente inocentes.

Laurence fue presionado para declarar sin tener nadie que lo asesorara en ningún momento; no le han permitido tener un Abogado personal, ni siquiera uno proporcionado por Organismos de Derechos Humanos; sigue siendo atendido por un abogado de oficio, nombrado por sus mismos acusadores.

En la tarde de ayer todos los detenidos fueron trasladados a cárceles de alta seguridad; las mujeres a Nayarit, los hombres, entre ellos nuestro hijo, a Veracruz.

La Cancillería chilena, así como la Embajada y el Consulado General de Chile en México han demostrado un vivo interés en el caso y han tenido un contacto constante con nuestro hijo, hoy prisionero. Tenemos grandes esperanzas que los esfuerzos de estas instituciones arrojen prontos resultados positivos.

Frente a este edificio, de la Embajada de México en Chile, queremos dejar constancia, además, de dos cosas:

1.- Esta situación que está sufriendo nuestro hijo Laurence, no mengua en nosotros, y estamos ciertos que en él tampoco, nuestro cariño por el pueblo mexicano, al que siempre hemos conocido y reconocido. Amamos ese país, a sus habitantes, su cultura, su simpatía, su rica historia. Son los jóvenes de ese país los que están luchando por mejores condiciones de vida, son los que están dando su vida en esa lucha; los mismo jóvenes mexicanos que generosamente hoy exigen, con manifestaciones y diversas expresiones, la libertad de Laurence Maxwell.

2.- Demandamos al Gobierno mexicano, a través de su embajador, de tomar cartas en el asunto, de revertir este proceso injusto y engañoso que pretende culpabilizar a jóvenes completamente inocentes. Es necesario que el gobierno de ese país esclarezca y aplique justicia en el caso de los estudiantes desaparecidos; debe comprender que las manifestaciones que levantan esa demanda no son organizadas por terroristas sino que por personas necesitadas de Paz y Justicia.

Finalmente, ese es nuestro deseo, como padres, para nuestro hijo, para los jóvenes mexicanos tanto como para los jóvenes chilenos, que puedan vivir en esa Paz y esa Justicia. Ojalá que los respectivos gobiernos los escuchen.

En resumen, exigimos la libertad de nuestro hijo, detenido en condiciones violentas y arbitrarias, acusado de falsos delitos, de los cuales ya se han caído dos, negado su mínimo derecho a tener una defensa oportuna, trasladado a una prisión de alta seguridad destinada a narcotraficantes y delincuentes.
Llamamos a sus pares, artistas, creadores, académicos, luchadores sociales a movilizarse exigiendo la libertad de Laurence Maxwell. Nuestra lucha es justa, es pacífica y está conducida por el afecto, por el amor.

México: ¿Dónde están?

Movilizaciones de solidaridad se han registrando en América latina para pedir que vuelvan con vida 43 estudiantes secuestrados en Iguala, Guerrero, en el sur de México, el 26 de septiembre pasado.

Las investigaciones preliminares indican que los responsables, la mayoría agentes de la policía, están bajo acusación de matar a balazos a seis personas, herir a 20 más y secuestrar a los 43 estudiantes, confesaron que los desaparecidos fueron asesinados, quemados y enterrados.

El sacerdote mexicano Alejandro Solalinde, activista y defensor de los derechos humanos, señaló que “algunos testigos me han dicho que algunos estudiantes estaban vivos todavía, estaban heridos. A ellos, junto con los cuerpos de los muertos, los trasladaron en patrullas y los quemaron. Los pusieron en una pila con leña, les rociaron diésel y los quemaron”.

Carta contra el Olvido

A la sociedad mexicana (a los que quedan).

A quienes todavía tienen ojos para leer, a quienes están y creen que nunca serán desaparecidos, les queremos decir unas palabras.

Somos H.I.J.O.S. México y esta vez, con la rabia de siempre, pero ya sin pesar ni vergüenza, nos referimos a ustedes en estos términos. Todas aquellas personas que hoy queden vivas y libres, todas aquellas personas que leen o escuchan esto con curiosidad y que no cuentan en su familia o amistades a alguien desaparecido, deben saberlo de una vez: ustedes siguen.

Es terriblemente simple: por décadas nuestras abuelas gritaron en las plazas, marcharon, repartieron volantes, se colgaron las fotos de sus hijos al pecho; las llamaron locas,  las amenazaron y las reprimieron. Mientras tanto, la inmensa mayoría del pueblo mexicano hacía una sola cosa: nada. Voltearon hacia otro lado; aprendieron la sonrisa sin memoria; compraron algún bien y siguieron en la ficción de una vida sin desaparecidos, porque “no eran suyos”. Después, dejaron crecer solos a sus hijas e hijos, sin pensar siquiera si esa piedrita incómoda en el zapato podría crecer. Hoy, con el dolor de los años, podemos decirles que se equivocaron: el horror ha vuelto y creció.

Somos hijos e hijas también de su olvido, habitantes de este país despedazado, al que estúpidamente amamos todavía, desde lo más profundo. Por eso somos hijos del enojo, la indignación y la rabia ante los hechos acontecidos en Tlatlaya, Estado de México y en Iguala, Guerrero; somos hijos del dolor en Acteal, El Bosque, El Quemado, Aguas Blancas y tantas otras. Nuestros padres son y fueron hombres y mujeres dignos y aguerridos que lucharon de distintas maneras porque este país fuera mejor. Nosotros somos la reivindicación de sus ideales y los mantendremos vivos siempre; porque pese a todo, nos oponemos al olvido.

Pensamos que el horror había tocado nuestras vidas cuando estábamos por nacer, cuando usábamos pañales; pensamos que nuestra herida sería la de luchar contra el olvido de nuestro país, jamás contra las fuerzas que nuevamente arrebatan padres y madres de sus casas dejando más hijas e hijos en un abrazo vacío.

Si hoy, cuando nos siguen faltando y urge localizar a los 43 estudiantes desaparecidos; si hoy ustedes tienen la sensación de que pueden volver a mirar hacia otro lado; si tienen el oculto deseo de que todo vuelva a ser igual, si quieren que este episodio de horror pase y no atormente más sus pobres almas la próxima semana, sepan que esa es la señal inequívoca: el suelo ha empezado a desmoronarse precisamente bajo sus pies.

Somos el fantasma de las navidades futuras. Estamos aquí para recordarles un porvenir que quieren desconocer. Generaciones enteras de niños, niñas y jóvenes crecen hoy como un dolor en la raíz del miedo, construyendo un futuro que ustedes, desde ya, quieren olvidar. Pero nosotros no olvidamos. Y no perdonamos. Por suerte no somos los únicos.

Hoy, quizá como nunca antes, entendemos la motivación de nuestros padres y madres al elegir el camino que eligieron. Queremos que caiga este Estado en que todos los partidos y niveles son cómplices; queremos castigo a los responsables y queremos a nuestros compañeros vivos; queremos verdad y justicia.

De lo hecho o dicho hasta ahora, nada nos calma ni nos hace sentido (salvo la rabia cruda, la gente en las calles). Losopinólogos deberían hacer más y opinar menos; los analistas deberían moverse antes de descalabrarse por el derrumbe de sus teorías. ¿De verdad creen que es suficiente? No esperen que les aplaudamos a sus funcionarios cuando salen a buscar desaparecidos por las calles como si se hubieran perdido en una tormenta; como si no supieran por dónde y por quiénes empezar a buscar. No esperen que el verbo “esclarecer” nos deje tranquilos, ni que sus renuncias aparezcan como actos de heroísmo: todo eso no es ni lo mínimo. No basta. Nuestro pueblo debe tener más autoestima. Los queremos vivos, queremos bien a sus familias; queremos tras las rejas a responsables y cómplices, y queremos que nunca más nadie tenga que llorar un desaparecido por motivos políticos, ni por ningún otro motivo.

La herida en el corazón del país no podía ser más clara. Desaparecer estudiantes; desaparecer futuros profesores. Nuestros padres también estudiaron en Ayotzinapa, ¿es que a este país no le bastó con que ellos ya hayan dado su vida? Nosotros pagamos el precio para que esta sociedad transitara hacia un futuro mejor y aún así esta sociedad no lucha por merecerlo. ¿Quieren desaparecer nuestra memoria? No lo permitiremos.

Es por esto que, en los albores de nuestros quince años de existencia, H.I.J.O.S. México anuncia que se replanteará su actuar, en honor a la memoria de nuestros padres y nuestras madres, y en honor a quienes aún hoy, ante todo, siguen luchando por un otro mundo mejor. Esa alegría que algunos admiraban se nos borró de golpe en Ayotzinapa; los colores que solemos usar se están quebrando entre nuestras muelas apretadas de dolor y rabia. Y no nos vengan a contar aquella historia de la alegría y la esperanza, porque también nosotros la inventamos, pero hoy sabe a poco y no basta.

Y lo hacemos esta vez por ellos, por ellas. Por Elín, por Juan Carlos, por Esther, por el Flaco, por Rafael, por Valentín, por Tomás, por Alicia. Por tantos y tantas que nos faltan, desde hace tanto. Lo hacemos esta vez también por los nuevos hijos, por las hermanas Alvarado, por Nadin, por Dianita, por Heber, por Janahuy, por las nietas de Luli. Lo hacemos también por nuestros hijos, los hijos de H.I.J.O.S., porque otra vez nos negamos a que crezcan en un país que no se merecen.

Si la sociedad mexicana no hace hoy lo extraordinario, cuando llegue el día en el que conozcan este dolor como propio, no nos pregunten ¿por qué no hacemos nada en la búsqueda de sus familiares?, sólo recuerden que llevamos décadas denunciando al terrorismo de Estado, que no es nuevo. Asuman su responsabilidad en la continuidad de las desapariciones forzadas en este país lleno de impunidad, simulación y corrupción. Sabemos que hay muchas personas, maravillosas y valientes, que ponen cada día su trabajo y corazón para detener el horror. Lo reconocemos y agradecemos, pero es urgente que nos demos cuenta de que no está siendo suficiente.

Sentimos no tener hoy palabras más hermosas, se nos están acabando; nos las quitaron cuando nos quitaron a 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, como nos quitaron a nuestras madres y padres, como ha sucedido en los últimos 45 años que ustedes, los sin dolor, no quieren ver.

Hacemos un llamado a la sociedad civil de todo México, de América Latina y del mundo entero a solidarizarse urgentemente con el pueblo del cual formamos parte. Esperamos en consecuencia que este llamado que hacemos -que no es como tantos otros que hemos hecho- haga eco. Deseamos y confiamos en que habrá una reacción a este grito que no hacemos nosotros, sino todo el pueblo digno de México y que ahora replicamos. Repudien a los gobernantes de este Estado asesino a donde quiera que vayan, exijan a los gobiernos de los demás países romper relaciones con ellos hasta que se presente con vida a los 43 compañeros normalistas desaparecidos, así como a las decenas de miles de mexicanos que se encuentran también desaparecidos. Queremos justicia y si el Estado no la provee, es el responsable directo del terrorismo en que estamos inmersos. Ayúdennos a condenarlos como humanidad, porque los desaparecidos nos faltan a todos, desde siempre y como nunca.

Hoy más que nunca: no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. Juicio y castigo a los culpables y sus cómplices.

¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!

México, 15 de octubre de 2014

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